El Escudo de la Fe es una metáfora de nuestra voluntad para afirmar nuestras dediciones en la vida diaria. Tiene su fundamento en la idea de que nuestras palabras influyen de manera directa en lo que pensamos y lo que hacemos, y por consecuencia en las circunstancias que se nos presentan.
La Biblia habla del Escudo de la Fe en Efesios diciendo que “sobre todo” debemos tomar el Escudo de la Fe para defendernos de los “dardos” del “enemigo”. Literalmente dice “apagarlos”. En la Biblia, los dardos del enemigo se interpretan como pensamientos. En este caso, hablamos de pensamientos negativos que van en contra de lo que nosotros buscamos hacer con nuestra vida. Si deseamos ser felices, ser amables, ser amorosos, ser compasivos con los demás, ser prósperos, ser exitosos en nuestro trabajo o en el negocio. Estos “dardos” pueden ser apagados con nuestras propias palabras, afirmando siempre lo que decidimos ser.
En la historia de David y Goliat se cuenta que Saúl quiso vestir a David con su propia armadura para pelear con Goliat, pero David no podía ni siquiera caminar con ella. “Yo no puedo andar con esto” replicó David, porque jamás lo había hecho. Así que se quitó la armadura y la tiró al piso. Él fue a enfrentarse con Goliat solo con su Fe.
A nosotros a veces nos pasa lo mismo, queremos enfrentar a nuestros gigantes poniéndonos armaduras ajenas y muy pesadas. Intentando miles de cosas para superar las crisis, menos lo que David hizo: confiar en su Poder Superior, usar el Escudo de la Fe.
Cuando tenemos una discusión con alguien, o se nos acusa de algo, inmediatamente nosotros nos defendemos, ¿cómo lo hacemos? Generalmente con palabras, con ellas nos comunicamos, nos entendemos, nos persuadimos y expresamos muchísimas cosas, incluso con palabras creamos arte o creamos engaño y calamidad. Bien, la palabra tiene gran importancia en nuestras vidas, tanto que en el pasado no existían contratos, todo era por palabra, y la palabra valía y mucho.
La Biblia dice en Proverbios 18:21 que en la lengua hay poder de vida y muerte. Y esto es una verdad con la que funciona nuestro escudo. Son las palabras que pronunciamos las que refuerzan o merman nuestras experiencias. Si deseamos lograr una determinada experiencia en nuestras vidas, la vía más fácil es primero afirmarlo.
Muchas veces creemos que para cambiar nuestras vidas primero hay que cambiar nuestro pensamiento. Esto puede funcionar, pero la mayoría de las veces no funciona, ¿Te ha pasado? Intentas cambiar tu manera de pensar respecto a algo pero terminas reaccionando igual. Te sientes frustrado pero estás convencido que no puedes evitarlo. Es porque estamos acostumbrados a pensar de cierta manera. Incluso en el cerebro, las terminales de las neuronas están acomodadas por nuestros patrones de pensamientos, tienen un orden ya determinado para la sinapsis. Sin embargo, estas pueden cambiar de lugar, pueden “reprogramarse” por así decirlo, pero la manera de hacerlo es primero cambiar nuestras palabras, y lo siguiente es pronunciarlas una y otra vez hasta lograr un convencimiento que hará que las neuronas cambien de lugar, y así en automático ya tendremos una nueva forma de pensar.
Por eso algunas filosofías hablan de los decretos y afirmaciones como verdades espirituales, realmente lo son, pero también funcionan a nivel orgánico, así que es algo que podemos practicar todos los días. Afirmar algo implica que estamos nombrando algo que es real, el cerebro lo registrará así. ¿Has escuchado la definición de fe que da la Biblia? Es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Nombrar las cosas que no son como si fueran.
Quizás no sea una tarea fácil, porque en varios niveles estamos ya programados para reaccionar, pero con la práctica esto puede cambiar en todos los niveles y para todas las áreas que elijamos. Te invito a pensar en algo que desees para tu vida, una experiencia que quieras tener. Luego escríbela y pronúnciala todos los días, tenla a la mano o apréndela de memoria. Lo mejor para una afirmación es pensarla en modo positivo, en tiempo presente y en primera persona. Con la práctica de esta afirmación estarás trabajando con tu Escudo de la Fe y pronto lograrás realizar muchos cambios conforme tú desees.