miércoles, 10 de julio de 2013

MEDITANDO

Meditar es concentrarse en el aquí y el ahora, es darnos un tiempo para hacernos conscientes de nosotros mismos y nuestra realidad en el momento presente. Pero más allá, también es un momento en el que contactamos con nuestro Ser Superior en un acto de contemplación.

“La meditación es el camino hacia la iluminación”.
El Libro Tibetano de la Vida y la Muerte, Sogyal Rinpoche.

La palabra “meditación” viene del latín “meditatio” que se refiere a un ejercicio mental de concentración. Por eso a veces, sobre todo en occidente, diferenciamos la palabra “meditación” de la palabra “contemplación”, siendo la primera palabra aplicada a cualquier esfuerzo intelectual y la  segunda aplicada a los ámbitos religiosos y espirituales. Sin embargo en oriente esta diferenciación es muy sutil significando casi lo mismo.

Es difícil trazar la historia de la meditación pero los datos sugieren que incluso en épocas prehistóricas civilizaciones más antiguas utilizan cantos repetitivos y rítmicos con los que llegaban a un estado de concentración, lo cual se considera una manera de meditar.
Algunos de los primeros registros escritos de la meditación, provienen de las tradiciones de la India, del año 1500 antes de Cristo. Por otra parte se han descubierto en la India figuras y grabados que han sido rastreados al año 3000 antes de Cristo, en donde se representa la clásica postura de meditación (Flor de Loto) por lo que se cree que la meditación tiene al menos 5 mil años de antigüedad.

La ruta del comercio facilitó la introducción de prácticas orientales, tal como la meditación, en otros países orientales. Fue cuestión de tiempo para que la meditación se moviera hacia Japón en el siglo 8, hacia el Medio Oriente y hacia Europa durante la Edad Media. En la época de 1980 se introdujo la meditación y otras prácticas orientales a Occidente a través de líderes religiosos traídos desde la india que propagaron el mensaje y práctica de la meditación oriental.

Actualmente la meditación es tema común en todo el mundo, y aunque sus fines no han cambiado, también se ha descubierto su beneficio en situaciones de estrés, relajación y salud, así como una mejora personal general.

CARACTERISTICAS DE LA MEDITACIÓN.

La meditación se caracteriza normalmente por tener algunos de estos rasgos:

1. Concentración de la mente en un objeto interior.
2. Repetición de una frase sagrada.
3. Elección de una postura adecuada a la meditación.
4. Respiración constante y natural.

Todos podemos meditar. La meditación realmente no le pertenece a nadie en particular, a ninguna región o religión, pues es universal. Es propiedad de todos así como lo es el sueño, es de la humanidad y podemos familiarizarnos rápidamente con ella porque queramos o no a veces lo hacemos naturalmente durante el día al concentrarnos para realizar alguna actividad. Aunque hablando claramente estas maneras son externas porque la concentración se dirige hacia afuera. La meditación como tal es hacia el interior y tiene múltiples beneficios:


  • Elimina tensiones
  • Libra de enfermedades
  • Nos hace más diestros
  • Nuestra conciencia interior se expande
  • Calma la mente
  • Reduce el estrés
  • Nos da mayor alegría
  • Nos conecta con Dios
  • Nos llena de paz
  • Desarrolla nuestra intuición


Pero meditamos para acercarse al Ser. Para despertar una energía divina que radica en nosotros pero que con nuestras propias herramientas no somos capaces de ver. Las escrituras dicen que no meditamos para alcanzar a Dios, sino para percibir a Dios que ya está en nuestro interior.

¿En qué debemos meditar? Bueno, la gente medita en todo tipo de objetos y recomienda muchas técnicas diferentes. Es necesario, al principio, el tipo de concentración en la que uno dirige su atención hacia un objeto determinado para calmar y enfocar la mente. La gente que medita suele estar más relajada en su vida cotidiana y tener mayor paz.

PREPARARNOS PARA MEDITAR.

Es bueno reservar un lugar exclusivo para meditar, las vibraciones que se generan en una sesión de meditación se van acumulando en el lugar específico y hasta en las ropas, también es bueno meditar siempre a la misma hora todos los días.
Una actitud en calma basta para entrar en estado meditativo, sin forzar nada y permaneciendo con uno mismo. Debemos entregarnos por completo a la meditación, y así crear una atmosfera adecuada para que la meditación pueda ocurrir de manera natural.

Existen cuatro prácticas fundamentales para lograr este efecto:

1. Concentración de la mente en un objeto interior.

Todos tenemos la capacidad de concentrarnos en un objeto o en una tarea. En la meditación cambiamos en enfoque de afuera hacia adentro. Nos concentramos en el interior; en un acto que sucede en el interior. Para empezar puede ser nuestra propia respiración. Pero con el tiempo la concentración nos lleva al estado del Ser.

2. Repetición de una frase sagrada.

Esto se conoce también como “Mantra”. Palabras sagradas cargadas de cierto poder que nos puede influir en muchos niveles debido a su vibración. La repetición de un mantra es una práctica común en el mundo de la meditación, además ayuda a calmar la mente y mantenerla enfocada. Un ejemplo es el mantra: Om Namah Shivaya (Honro a la Divinidad Interior).

3. Elección de una postura adecuada a la meditación.

La postura para meditar es bien conocida como asana. Se recomienda tener una postura erguida y firme. Cuando el cuerpo se mantiene en esta posición presenta la mejor alineación del sistema de energía, el mejor flujo posible de energía espiritual. Se dice que la postura correcta de meditación es la que permite a uno permanecer sentado cómodamente por un largo tiempo: columna firme y recta alineada con la cabeza, así también la mente se estabiliza en el corazón.
Hay tres posturas recomendadas: tenderse en el suelo (postura del cadáver); postura del loto; y postura de medio loto.

4. Respiración constante y natural.

Se refiere al proceso de respiratorio. Esto se relaciona con una mayor sensibilidad y una mejor conexión con nuestros sistemas energéticos. Además, la mente y la respiración se hallan íntimamente relacionadas: conforme la respiración se vuelve natural y serena, la mente se tranquiliza y equilibra.

LIDIAR CON LA MENTE.

Es de máxima importancia lidiar con la mente, pero no es una tarea complicada. Nada sucede por la fuerza en la meditación, nosotros no obligamos a la mente ni la forzamos a nada. No tratamos de “poner la mente en blanco”. Porque cuanto más tratemos de apartar los pensamientos de la mente, más pensamientos surgirán.
Por supuesto es correcto enfocarse en el Ser sin correr tras la mente, pero los pensamientos que la mente genera no son distintos al Ser, de hecho son uno mismo. Si podemos ver la mente desde esta perspectiva tendremos una buena meditación.
El consejo siempre es: respeta la mente, deja que la mente de tantas vueltas como quiera, no trates de controlarla. Sólo observa los pensamientos como aparecen y desaparecen, sin juzgarlos, sin retenerlos, dejándolos fluir siempre. La meta no es pelear con la mente, sino ser testigo de ella.

Permaneces en paz, consciente de que todo eres tú y tú eres todo.